Ivan M. García, oficial de medios de Intermón Oxfam, nos cuenta desde Puerto Príncipe la situación de los haitianos un año después del terremoto.
“Mientras Dios me dé vida, yo la seguiré viviendo” dice Marie Danielle, una haitiana de 40 años, mientras descansa en el portal de su casa. Vive ahora en Gressier, el mismo lugar a las afueras de Puerto Príncipe donde vivió el terremoto de hace justamente hoy un año. Donde vivió la pérdida de su casa, de sus enseres y también donde vivió la muerte de familiares y amigos. Después, continuó viviendo. Vivió como desplazada a un par de centenares de metros de donde lo hace hoy. Vivió a expensas de la ayuda humanitaria y vivió también las tormentas tropicales que se sucedieron a mediados del pasado año. Vivió todo eso y más. Se nota en su cara. Se percibe en su mirada, en su gesto grave.
Pero Marie Danielle es una mujer afortunada. Esa vida - para ella ese Dios- también la llevó a vivir de muy cerca hace dos meses los beneficios del programa de reasentamiento que llevan a cabo Intermón Oxfam y GTZ, una organización alemana. Ahora, forma parte de una de las 69 familias que han podido volver a un pedazo de tierra en Gressier. Un pedazo de tierra que es en realidad su tierra, su propiedad. Mientras que GTZ ha construido una vivienda para una de ellas, Intermón Oxfam les proporciona los materiales necesarios para que construyan su propia letrina, una por familia.
“Además, coordinamos sesiones de promoción de la salud pública y buenas prácticas de higiene. Es un proyecto interesante, pues es totalmente un programa de reasentamiento definitivo. Son sus tierras y tienen sus viviendas y sistemas de saneamiento. Estas familias ya tienen un lugar donde vivir de manera permanente”, explica la responsable de la misión humanitaria de Intermón Oxfam en Haití, Sandrine Robert.
La vivienda de Marie Danielle está construida en madera sobre una superficie de hormigón. Su techo, en forma de pico, es de chapa. “Ahora todo es distinto. Tenemos la casa, tenemos la letrina que nos ayuda a mantener todo limpio… No es como hemos vivido hasta ahora…”, señala mientras sujeta una cortina azul al marco de la puerta y deja al descubierto la estancia. En ella hay tres camas con tendido celeste y varias ventanas tras unas cortinas blancas de gasa. Está limpia. Mucho. Justo tras la puerta, a mano izquierda, hay una camilla con un tapete rosado donde se alinean relucientes vasos largos de metal junto a una cafetera y una pequeña jarra para la leche. Hay también unos estantes. Sobre ellos, un reloj de metal rojo, un par de peluches, uno aún en su caja, y, colgando de una de las esquinas del tercer estante, mirada atenta y gesto impertérrito, un muñeco de Buzz Lightyear, el peculiar héroe de la saga de animación Toy Story.
Pero Marie Danielle es una mujer afortunada. Esa vida - para ella ese Dios- también la llevó a vivir de muy cerca hace dos meses los beneficios del programa de reasentamiento que llevan a cabo Intermón Oxfam y GTZ, una organización alemana. Ahora, forma parte de una de las 69 familias que han podido volver a un pedazo de tierra en Gressier. Un pedazo de tierra que es en realidad su tierra, su propiedad. Mientras que GTZ ha construido una vivienda para una de ellas, Intermón Oxfam les proporciona los materiales necesarios para que construyan su propia letrina, una por familia.
“Además, coordinamos sesiones de promoción de la salud pública y buenas prácticas de higiene. Es un proyecto interesante, pues es totalmente un programa de reasentamiento definitivo. Son sus tierras y tienen sus viviendas y sistemas de saneamiento. Estas familias ya tienen un lugar donde vivir de manera permanente”, explica la responsable de la misión humanitaria de Intermón Oxfam en Haití, Sandrine Robert.
La vivienda de Marie Danielle está construida en madera sobre una superficie de hormigón. Su techo, en forma de pico, es de chapa. “Ahora todo es distinto. Tenemos la casa, tenemos la letrina que nos ayuda a mantener todo limpio… No es como hemos vivido hasta ahora…”, señala mientras sujeta una cortina azul al marco de la puerta y deja al descubierto la estancia. En ella hay tres camas con tendido celeste y varias ventanas tras unas cortinas blancas de gasa. Está limpia. Mucho. Justo tras la puerta, a mano izquierda, hay una camilla con un tapete rosado donde se alinean relucientes vasos largos de metal junto a una cafetera y una pequeña jarra para la leche. Hay también unos estantes. Sobre ellos, un reloj de metal rojo, un par de peluches, uno aún en su caja, y, colgando de una de las esquinas del tercer estante, mirada atenta y gesto impertérrito, un muñeco de Buzz Lightyear, el peculiar héroe de la saga de animación Toy Story.
Los otros damnificados
Desafortunadamente, la vida que vive Marie Danielle no es la de la mayoría de los haitianos afectados por el seísmo. Aún hoy, alrededor de un millón de personas sigue viviendo en los campos de desplazados que se formaron tras el terremoto en Puerto Príncipe y sus alrededores. En gran parte, debido a que sólo el 5% de los escombros se ha retirado, únicamente el 15% de los alojamientos temporales necesarios ha sido construido y porque el Gobierno de Haití aún no ha asumido su rol de líder ni ha elaborado un plan de desescombro y de asignación de tierras para iniciar la reconstrucción de la ciudad.
Marie Danielle se despide. Se detiene, voltea su rostro y dice. “Todo está bien, sí. Pero sería muchísimo mejor si yo también pudiera tener un trabajo o algo de dinero para empezar un pequeño negocio”. Es precisamente el empleo, junto a la vivienda y la educación, una de las tres principales necesidades que los haitianos reflejaron en una encuesta realizada por Oxfam en marzo de 2010. Hoy continúan siendo las mismas.
Desafortunadamente, la vida que vive Marie Danielle no es la de la mayoría de los haitianos afectados por el seísmo. Aún hoy, alrededor de un millón de personas sigue viviendo en los campos de desplazados que se formaron tras el terremoto en Puerto Príncipe y sus alrededores. En gran parte, debido a que sólo el 5% de los escombros se ha retirado, únicamente el 15% de los alojamientos temporales necesarios ha sido construido y porque el Gobierno de Haití aún no ha asumido su rol de líder ni ha elaborado un plan de desescombro y de asignación de tierras para iniciar la reconstrucción de la ciudad.
Marie Danielle se despide. Se detiene, voltea su rostro y dice. “Todo está bien, sí. Pero sería muchísimo mejor si yo también pudiera tener un trabajo o algo de dinero para empezar un pequeño negocio”. Es precisamente el empleo, junto a la vivienda y la educación, una de las tres principales necesidades que los haitianos reflejaron en una encuesta realizada por Oxfam en marzo de 2010. Hoy continúan siendo las mismas.
La solución pasa por que el Gobierno haitiano asuma su rol de liderazgo y desarrolle planes para crear empleo. Por ejemplo, proyectos de obras públicas enfocados a la implementación de servicios sociales básicos e infraestructuras, entre ellas las de agua y saneamiento. De ese modo, se crearían puestos de trabajo y muchos de los haitianos que viven en los campos podrían obtener ingresos y con ellos reparar sus viviendas o bien alquilar o construirse una nueva si es necesario. Ese sería, sin duda, un buen comienzo de para la tardía reconstrucción de Haití.
Imagen: Marie Danielle en la entrada de su vivienda. © Ivan M. García/Intermón Oxfam
Estas historias de vida, reafirman en mi que el Servicio alimenta mis principios y construye los valores de una sociedad. Desde Cali - Colombia, entran en mis oraciones. Claudiae.
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