Los conflictos y los desastres como los terremotos, las inundaciones o las sequías causan cada año el sufrimiento y la perdida de vidas y enseres a miles de personas en todo el mundo. Intermón Oxfam estamos presentes en África y Latinoamérica atendiendo a las personas vulnerables en las crisis humanitarias. Aquí explicamos qué hacemos en los países afectados para atender las necesidades básicas y reducir la vulnerabilidad de las personas ante futuras crisis.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Inundaciones en Pakistán: Llevando ayuda a pie al Alto Valle del Swat


La gente del Alto Valle del Swat ha estado viviendo una pesadilla desde que las inundaciones empezaron. Han estado casi completamente aislados del resto del país. Para cientos de miles de personas, los helicópteros han sido la única vía de ayuda desde que las aguas empezaron a subir.


Lo que más me preocupa como trabajador de Oxfam es la escasez crónica de agua potable en muchos de estos lugares. Peor aún, muchas personas están tan desesperadas que beben agua del río: las tuberías que normalmente les traían agua fresca desde los manantiales han sido arrancadas por las inundaciones.

Pero el agua del río no está limpia y estamos preocupados por posibles brotes de enfermedades. Hemos escuchado de personas que están sufriendo diarreas cada vez más a menudo.

Recién tras dos semanas y media desde que empezaron las inundaciones, las aguas han empezado a retroceder en Swat. Hemos decidido que este es el momento para intentar ir y ver con nuestros propios ojos la situación en terreno.

Camino a Bahrain
El equipo, conformado por mí y otros cinco compañeros, comienza el viaje en Mangora en el Bajo Swat con el objetivo de llegar a la ciudad de Bahrain, una ciudad del Alto Swat. El camino ha estado cortado por semanas y sólo es accesible a pie.

Llevamos con nosotros 100.000 bolsitas de polvos purificadores de agua, empacadas en 400 pequeñas cajas. Cada bolsita puede purificar 10 litros de agua en sólo 20 minutos. Esto hace la diferencia entre un niño o niña enferma y uno sano.

Partimos desde Mangora a las 9 de la mañana en coche. Aún llovía muy fuerte. Como pakistaní, nunca he visto unas lluvias como éstas en mi vida. Un viejo hombre del pueblo nos dice que recuerda una gran inundación en 1929, pero que nada se comparaba con esto. Esto es único en la historia de mi nación.

Una hora y media más tarde, sólo hemos logrado llegar al pueblo de Fatehpur, donde nos cuentan que carreteras y puentes que están más adelante, están destruidos. Tenemos que dejar el coche e irnos a pie. Contrato a ocho trabajadores para que nos ayuden a llevar nuestras cajas.

Mientras caminamos, no puedo dejar de mirar las casas, hoteles y tiendas alrededor mío. Son edificios de concreto que han colapsado como si hubiesen estado hechos de papel. Es difícil de creer que sólo el agua puede causar toda esta destrucción y miseria.

Fangoso y resbaladizo
Tras caminar por una hora y media, nos detenemos en el camino y alquilamos otra camioneta. Esta vez, alcanzamos a llegar al pueblo de Jarri donde otro puente ha colapsado y debemos volver a caminar a pie.

Ahora nuestra caminata es más difícil ya que la pista está fangosa y resbaladiza. Intentamos llegar al pequeño pueblo de Madain, donde por tercera y última vez en este día, debemos buscar otro vehículo. Pero sólo logramos andar dos o tres minutos antes que otro puente colapsado nos detenga en nuestro camino.

No estamos solos en nuestro viaje. Nos detenemos y conversamos con algunos hombres. La mayoría de ellos viene de lejanas partes del Alto Swat y han caminado como mínimo un día. Han ido hacia Fatehpur a recoger alimentos entregados por organismos de ayuda. Para la mayoría, ésta será la única comida a la que tendrán acceso durante varios días. Van cargados de sacos de harina, aceite, arroz, legumbres, azúcar, sal y galletas, que llevan sobre sus espaldas, lo que será suficiente para mantener a sus familias por una semana o más.

Hay dos mujeres también, recogiendo agua del río para sus familias. Saben que no deberían beberla. Que podría poner a sus hijas e hijos enfermos. Pero no tienen otra elección.

Estas personas no tienen dónde ir. La gente del Swat es muy pobre y no pueden darse el lujo de irse a otro lugar y arrendar una casa. Y no quieren dejar sus hogares ni su ganado. Las personas más afortunadas tienen familiares con quienes pueden quedarse, pero cada vez es más difícil encontrar personas que no hayan sido afectadas por las inundaciones.

Cruzando puentes improvisados
Comienza a llover más fuerte, forzándonos a caminar más lento. Es difícil mantener el paso si estás lleno de lodo. Estamos luchando por avanzar, pero nadie se queja.

Hay momentos aterradores también. Porque muchos puentes han sido completamente barridos por el agua y las personas locales han improvisado soluciones con lo que tienen a mano. Hemos cruzado numerosos puentes que están hechos con trozos de maderas anudados entre sí con cuerdas. Son un poco peligrosos.

Cruzo sosteniéndome con fuerza mientras el puente se sacude lado a lado. Lo que más me preocupa es mi equipo. Llevo a cinco personas de Oxfam conmigo más los trabajadores que he contratado en el camino.

Finalmente, tras unas cuatro horas de dura caminata, llegamos a Bahrain a las 4 de la tarde. Estamos cansados y mojados, pero sabemos que ha valido la pena. Gestionamos la distribución de las bolsitas purificadoras a cerca de 3.000 hogares. Con 30 bolsitas, cada familia podrá tener agua potable por 15 días. Volveremos de nuevo hoy y todas las veces que sea necesario. Necesitamos trabajar juntos para ayudar donde más se necesita.

Qasim Berech, 30, es experto en salud pública de Oxfam en Pakistán. Ha viajado al Alto Valle del Swat el pasado 16 de agosto.

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