Segunda y última parte de la entrevista a Ashley Jackson, responsable de advocacy de Oxfam en Afganistán, quien no scuenta su vida allí durante los dos últimos años.
¿Qué es lo que más te preocupa?
Millones de personas afganas no tienen acceso a los servicios más básicos que las personas de los países desarrollados dan por sentados, como la atención sanitaria, la educación, el agua limpia y el saneamiento. La situación es especialmente crítica en el sur y sureste de Afganistán: el 53% de las clínicas en el sur del país están cerradas. Pero la situación está empeorando en todo el país a medida que la inseguridad crece.
Las mujeres afganas son especialmente vulnerables. ¿Qué hace Oxfam para ayudarlas?
Creemos que las mujeres tienen un importante papel que jugar y deberían estar en el centro de los esfuerzos de la comunidad internacional en Afganistán.
Proporcionamos a las mujeres capacitación y capital inicial para la puesta en marcha de pequeños negocios, para que puedan proporcionar sustento a su familia y a si mismas. Pero es también muy importante que utilicemos la imagen de Oxfam para asegurarnos de que sus preocupaciones son escuchadas. Ahora mismo, queremos asegurarnos de que las mujeres jueguen un papel crucial en los procesos de paz, reconciliación y reintegración. Como la mayoría de las mujeres en Afganistán, no queremos ver que el pequeño pero importantísimo progreso realizado en los últimos nueve años se desvanezca.
A menudo solo oímos malas noticias sobre Afganistán ¿es lo único que hay?
Para nada. También ha habido mejoras en ciertos ámbitos. Por ejemplo, ahora hay dos millones de niñas que van a la escuela en comparación con las pocas miles de niñas que iban antes, cuando los talibanes estaban en el poder. Pero estas buenas noticias son escasas, y cada vez lo son más a medida que la inseguridad crece. Cuando uno de cada cinco niños afganos muere antes de los 5 años y cuando menos de la mitad de la población tiene acceso a la electricidad, eso significa que aún hay mucho trabajo por hacer.
¿Qué crees que ocurrirá en 2011?
Es difícil de predecir que ocurrirá en un país como Afganistán. Pero la seguridad se está deteriorando rápidamente por todo el país – 2010 fue el año con más muertes de civiles desde la caída del régimen taliban. Mientras Kabul sigue siendo relativamente segura, el conflicto continúa extendiéndose por todo el país, especialmente en el norte y el oeste, zonas consideradas seguras hace apenas un año. Todo indica que la situación seguirá agravándose a lo largo de 2011.
Se habla mucho de cómo las fuerzas de la OTAN se están preparando para la “transición” ¿Qué es esto?Ahora mismo las fuerzas militares internacionales se están centrando cada vez más en la “transición” – dejar la seguridad del país en manos del gobierno afgano a medida que retiran sus tropas.
Creo que, a la larga, esto es lo que el pueblo afgano desea ver. Pero es comprensible que a muchos les preocupe la capacidad de las fuerzas de seguridad afganas de garantizar la seguridad del país y asumir esa responsabilidad, teniendo en cuenta la brutal historia del conflicto. Sólo el 14% de los integrantes de las fuerzas de seguridad afganas puede leer o escribir, y los mecanismos de rendición de cuentas son extremadamente débiles. Creemos que es crucial evitar que las fuerzas de seguridad afganas cometan abusos contra los derechos humanos de forma generalizada; una preocupación real una vez que las tropas internacionales se hayan retirado.
¿Cuál será tu recuerdo de Afghanistan?
Mi primer viaje fuera de Kabul fue a una zona remota en el norte del país, donde visite un proyecto de alfabetización de mujeres. Recuerdo haber conversado con una mujer, que debía tener unos 50 años, sobre qué se sentía al aprender a leer a esa edad. Me dijo que era como estar ciega y aprender a ver. Ahora podía ir al mercado y comprar cosas, leer lo que ponía en el dinero y saber que no le estaban engañando. Me dijo que su mayor alegría como abuela era poder ayudar a sus nietos y nietas a aprender a leer porque, sin importar lo que ocurra en el futuro, es algo que nadie jamás podrá arrebatarles.
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Los conflictos y los desastres como los terremotos, las inundaciones o las sequías causan cada año el sufrimiento y la perdida de vidas y enseres a miles de personas en todo el mundo. Intermón Oxfam estamos presentes en África y Latinoamérica atendiendo a las personas vulnerables en las crisis humanitarias. Aquí explicamos qué hacemos en los países afectados para atender las necesidades básicas y reducir la vulnerabilidad de las personas ante futuras crisis.
lunes, 21 de febrero de 2011
miércoles, 16 de febrero de 2011
“La vida es increíblemente difícil y precaria en Afganistán"
Ashley Jackson, responsable de incidencia política de Oxfam en Afganistán, reflexiona sobre su experiencia durante los dos últimos años en el país.
¿Qué está haciendo Oxfam en Afganistán?
Oxfam lleva tres décadas trabajando en Afganistán y, actualmente, está presente en 20 de las 34 provincias del país, a menudo a través de nuestros socios locales. Trabajamos en proyectos de desarrollo a largo plazo, en especial en las zonas más pobres y remotas del país. Además, en ocasiones Afganistán se ve afectado por graves desastres naturales como inundaciones, sequías y terremotos. Cuando esto sucede, proporcionamos ayuda humanitaria de emergencia.
Como Responsable de Incidencia Política de Oxfam en Afganistán llevo a cabo labores relacionadas con cuestiones que afectan a los ciudadanos afganos de a pie, como la protección de civiles y la mejora del impacto de la ayuda internacional para garantizar que ésta llega a quienes más lo necesitan. Debemos asegurarnos de que las voces y las preocupaciones del pueblo afgano sean escuchadas altas y claras en medio del debate político y militar.
¿Cuáles son algunos de los mayores cambios que has visto?
La seguridad se ha deteriorado gravemente. Yo vivo en Kabul donde la situación es relativamente segura. Sin embargo, cuando llegué podía viajar sin mayores dificultades, ahora es más difícil. Existen algunas zonas a las que Oxfam, como otras ONG, ya no puede viajar o en las que ya no puede trabajar, y así es mucho más difícil llegar hasta aquellas personas que realmente necesitan nuestra ayuda.
18 millones de dólares de ayuda al desarrollo ¿Por qué, sin embargo, las personas son aún tan pobres?
Aunque la ayuda ha marcado una verdadera diferencia en las vidas de muchas personas, muy poca ha llegado a aquellas que más lo necesitan. Mientras el conflicto se agrava, muchos países ligan cada vez más la ayuda humanitaria a sus objetivos militares bajo la creencia de que así pueden “ganarse sus corazones y mentes”. Como resultado, muchas zonas pobres no reciben la ayuda que precisan porque son consideradas “seguras” o porque no hay tropas internacionales presentes allí. Así, mientras el despliegue de un soldado americano en Afganistán cuesta al año aproximadamente un millón de dólares, durante los últimos siete años se ha gastado una media de 93 dólares por afgano al año.
¿Qué tipo de proyectos de acción humanitaria funcionan mejor?
Los proyectos más efectivos que he visto a lo largo de estos dos años son normalmente sencillos: proyectos llevados a cabo por las ONG locales en el terreno y desarrollados de acuerdo con las necesidades del pueblo afgano y, a menudo, liderados e implementados por ellos mismos. Incluso si se trata de un sencillo proyecto para el suministro de agua o la construcción de una escuela en una comunidad, he podido ser testigo de impresionantes resultados y de cómo comunidades enteras se beneficiaban. Y me ha impresionado el compromiso de las personas en este tipo de ONG. Son realmente trabajadoras y se entregan al cien por cien a lo que hacen.
¿Cómo está ayudando Oxfam a la población afgana?
Afganistán es el segundo país más pobre del mundo, de acuerdo con las cifras de la ONU. Hasta un 80% de la población depende de la agricultura, o de actividades comerciales relacionadas, para sobrevivir. Oxfam trabaja duro para ayudar a las personas a que puedan salir de la pobreza.
Lo hacemos de diversas formas. Ofrecemos capacitación a los agricultores; ayudamos a construir escuelas, carreteras y letrinas; proporcionamos agua limpia; y proporcionamos formación y capital inicial para abrir pequeños negocios. Estamos presentes en algunas de las zonas más pobres y remotas del país, como Daikundi y Badakshan.
En Daikundi, no hay carreteras asfaltadas y sólo algunas escuelas cuentan con un edificio en el que dar las clases. Pero como el conflicto no está activo en la zona, los donantes proporcionan muy poca ayuda. La vida es increíblemente difícil y precaria, e incluso una mala cosecha puede desencadenar una situación de crisis. Ayudamos cuando hay escasez de alimentos o desastres naturales como inundaciones. Pero nuestra labor principal se centra en ayudarles a hacer frente a las causas subyacentes de la pobreza y, en última instancia, reducir su vulnerabilidad ante estos desastres.
En los próximos días, subiremos la segunda parte de la entrevista.
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¿Qué está haciendo Oxfam en Afganistán?
Oxfam lleva tres décadas trabajando en Afganistán y, actualmente, está presente en 20 de las 34 provincias del país, a menudo a través de nuestros socios locales. Trabajamos en proyectos de desarrollo a largo plazo, en especial en las zonas más pobres y remotas del país. Además, en ocasiones Afganistán se ve afectado por graves desastres naturales como inundaciones, sequías y terremotos. Cuando esto sucede, proporcionamos ayuda humanitaria de emergencia.
Como Responsable de Incidencia Política de Oxfam en Afganistán llevo a cabo labores relacionadas con cuestiones que afectan a los ciudadanos afganos de a pie, como la protección de civiles y la mejora del impacto de la ayuda internacional para garantizar que ésta llega a quienes más lo necesitan. Debemos asegurarnos de que las voces y las preocupaciones del pueblo afgano sean escuchadas altas y claras en medio del debate político y militar.
¿Cuáles son algunos de los mayores cambios que has visto?
La seguridad se ha deteriorado gravemente. Yo vivo en Kabul donde la situación es relativamente segura. Sin embargo, cuando llegué podía viajar sin mayores dificultades, ahora es más difícil. Existen algunas zonas a las que Oxfam, como otras ONG, ya no puede viajar o en las que ya no puede trabajar, y así es mucho más difícil llegar hasta aquellas personas que realmente necesitan nuestra ayuda.
18 millones de dólares de ayuda al desarrollo ¿Por qué, sin embargo, las personas son aún tan pobres?
Aunque la ayuda ha marcado una verdadera diferencia en las vidas de muchas personas, muy poca ha llegado a aquellas que más lo necesitan. Mientras el conflicto se agrava, muchos países ligan cada vez más la ayuda humanitaria a sus objetivos militares bajo la creencia de que así pueden “ganarse sus corazones y mentes”. Como resultado, muchas zonas pobres no reciben la ayuda que precisan porque son consideradas “seguras” o porque no hay tropas internacionales presentes allí. Así, mientras el despliegue de un soldado americano en Afganistán cuesta al año aproximadamente un millón de dólares, durante los últimos siete años se ha gastado una media de 93 dólares por afgano al año.
¿Qué tipo de proyectos de acción humanitaria funcionan mejor?
Los proyectos más efectivos que he visto a lo largo de estos dos años son normalmente sencillos: proyectos llevados a cabo por las ONG locales en el terreno y desarrollados de acuerdo con las necesidades del pueblo afgano y, a menudo, liderados e implementados por ellos mismos. Incluso si se trata de un sencillo proyecto para el suministro de agua o la construcción de una escuela en una comunidad, he podido ser testigo de impresionantes resultados y de cómo comunidades enteras se beneficiaban. Y me ha impresionado el compromiso de las personas en este tipo de ONG. Son realmente trabajadoras y se entregan al cien por cien a lo que hacen.
¿Cómo está ayudando Oxfam a la población afgana?
Afganistán es el segundo país más pobre del mundo, de acuerdo con las cifras de la ONU. Hasta un 80% de la población depende de la agricultura, o de actividades comerciales relacionadas, para sobrevivir. Oxfam trabaja duro para ayudar a las personas a que puedan salir de la pobreza.
Lo hacemos de diversas formas. Ofrecemos capacitación a los agricultores; ayudamos a construir escuelas, carreteras y letrinas; proporcionamos agua limpia; y proporcionamos formación y capital inicial para abrir pequeños negocios. Estamos presentes en algunas de las zonas más pobres y remotas del país, como Daikundi y Badakshan.
En Daikundi, no hay carreteras asfaltadas y sólo algunas escuelas cuentan con un edificio en el que dar las clases. Pero como el conflicto no está activo en la zona, los donantes proporcionan muy poca ayuda. La vida es increíblemente difícil y precaria, e incluso una mala cosecha puede desencadenar una situación de crisis. Ayudamos cuando hay escasez de alimentos o desastres naturales como inundaciones. Pero nuestra labor principal se centra en ayudarles a hacer frente a las causas subyacentes de la pobreza y, en última instancia, reducir su vulnerabilidad ante estos desastres.
En los próximos días, subiremos la segunda parte de la entrevista.
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martes, 1 de febrero de 2011
Tejedoras de vida
Tras las inundaciones que destruyeron las casas, las pertenencias y los medios de vida de millones de personas en Pakistán, una de las primeras acciones de Oxfam en Swat fue distribuir dinero en metálico. Mientras los hombres participaban en distintas iniciativas enmarcadas dentro del programa Dinero por trabajo, como la construcción de carreteras o la limpieza de los canales de irrigación y el alcantarillado, no era aceptable culturalmente que las mujeres hicieran lo mismo.
En septiembre visitamos a algunas mujeres en la localidad de Jarray que habían comenzado a tejer chales en el marco de los programas de Oxfam Dinero por Trabajo y de preparación para el invierno. Dos meses más tarde, quisimos saber en que se habían gastado el dinero ganado y cuál era su opinión sobre el programa.
Sadar Jehan
“Ahora estamos más relajadas que en septiembre. Con el dinero que ganamos a través del programa Dinero por Trabajo compramos alimentos y ropa para nuestros hijos, y pagamos las facturas del médico.”
“Tras recibir el cheque, fui a un banco en Fatipur. Les dí el cheque y ellos me dieron el dinero en efectivo. Nunca había estado antes en un banco y tenía un poco de miedo, pero cuando llegué me acerqué a un guardia de seguridad y le pregunté qué tenía que hacer y él me dijo donde ir. Me sentí muy contenta cuando me dieron el dinero. ¡Tan pronto me lo dieron comencé a pensar qué haría con él!”
“Tengo cinco hijos: una chica y cuatro chicos. El mayor tiene 20 años y está en Karachi, y el más pequeño tiene 7. Primero conseguí 5.600 rupias por tejer dos chales y, un mes después, otras 5.600 por tejer otros dos. Me he gastado casi todo el dinero en comida.”
“Antes de las inundaciones solía ganarme la vida como costurera. Ganaba unas 60-70 rupias por cada traje de mujer que cosía, y hacía dos por día. Pero eso era cuando había electricidad. Ahora no hay electricidad en el pueblo así que sólo consigo hacer un traje por día.”
Haya Begum
“Estamos muy contentas con el programa Dinero por Trabajo. ¡Y nos hemos acostumbrado! Nos gustaría participar de nuevo en este programa porque no tenemos más oportunidades y necesitamos ganar más dinero. Utilicé el dinero para pagar las tasas de la escuela y para comprar un jersey para el colegio. Tengo cuatro hijos.”
“¡Yo tome la decisión de cómo gastar el dinero! Fue la primera vez. Mi marido está fuera del país así que mis hijos dependen de mí. Me hizo sentir que yo tenía el poder. Sentí que habiendo sido yo quien ganó el dinero, yo era quien debía gastarlo. Tenía ese derecho y nadie debía cuestionar cómo lo gastaba. ¡Sentí el poder que da el dinero y que no debía rendir cuentas ante nadie! Con el dinero de mi marido tenía que dar todo tipo de explicaciones sobre como lo gastaba.”
Salma“Estaba muy, muy contenta con este programa porque me permitía ganar dinero para mi familia desde casa. Tengo cuatro hijos y mi marido no tiene trabajo.”
“Yo decidí cómo gastar el dinero porque yo lo había ganado. Mi marido no cuestionó ninguna de mis decisiones. Pagué un crédito de 5.000 rupias que había pedido para cubrir algunos gastos médicos. Uno de mis hijos tenía una infección respiratoria y además había pedido el crédito para hacer frente a los gastos de mi último parto.”
“Además, el programa nos mantenía ocupados y así olvidábamos nuestras preocupaciones. Sólo podemos trabajar en casa porque no hemos recibido ningún otro tipo de educación. Este programa nos permitió hacer algo para cubrir las necesidades de nuestros hijos cuando antes no teníamos ninguna oportunidad de hacerlo.”
“Nos preocupa no saber cómo vamos a poder ganarnos la vida. Nuestras casas y nuestras tierras han sido destruidas. No sabemos como recuperar nuestras vidas. No creo que lo logremos en lo que nos queda de vida. Tal vez sea posible para nuestros hijos, pero no para nosotros porque no tenemos ni tierra ni recursos. Tampoco tenemos dinero en metálico y muchas personas están en nuestra misma situación. Quizás nuestros hijos puedan recibir una educación y, así, consigan ganar algún dinero. Por eso haremos todo lo que esté en nuestras manos para que nuestros hijos reciban una educación. Será una lucha incluso física, pero quizás así nuestra situación cambie.”
En el programa de Oxfam Dinero por Trabajo han participado 807 mujeres tejiendo chales, colchas y jerseys. Cada mujer hacía cuatro piezas y, así, se han producido 390 colchas, 400 chales y 1.860 jerseys que se han distribuido entre 482 personas como parte del kit de preparación para el invierno.
En septiembre visitamos a algunas mujeres en la localidad de Jarray que habían comenzado a tejer chales en el marco de los programas de Oxfam Dinero por Trabajo y de preparación para el invierno. Dos meses más tarde, quisimos saber en que se habían gastado el dinero ganado y cuál era su opinión sobre el programa.
Sadar Jehan
“Ahora estamos más relajadas que en septiembre. Con el dinero que ganamos a través del programa Dinero por Trabajo compramos alimentos y ropa para nuestros hijos, y pagamos las facturas del médico.”
“Tras recibir el cheque, fui a un banco en Fatipur. Les dí el cheque y ellos me dieron el dinero en efectivo. Nunca había estado antes en un banco y tenía un poco de miedo, pero cuando llegué me acerqué a un guardia de seguridad y le pregunté qué tenía que hacer y él me dijo donde ir. Me sentí muy contenta cuando me dieron el dinero. ¡Tan pronto me lo dieron comencé a pensar qué haría con él!”
“Tengo cinco hijos: una chica y cuatro chicos. El mayor tiene 20 años y está en Karachi, y el más pequeño tiene 7. Primero conseguí 5.600 rupias por tejer dos chales y, un mes después, otras 5.600 por tejer otros dos. Me he gastado casi todo el dinero en comida.”
“Antes de las inundaciones solía ganarme la vida como costurera. Ganaba unas 60-70 rupias por cada traje de mujer que cosía, y hacía dos por día. Pero eso era cuando había electricidad. Ahora no hay electricidad en el pueblo así que sólo consigo hacer un traje por día.”
Haya Begum
“Estamos muy contentas con el programa Dinero por Trabajo. ¡Y nos hemos acostumbrado! Nos gustaría participar de nuevo en este programa porque no tenemos más oportunidades y necesitamos ganar más dinero. Utilicé el dinero para pagar las tasas de la escuela y para comprar un jersey para el colegio. Tengo cuatro hijos.”
“¡Yo tome la decisión de cómo gastar el dinero! Fue la primera vez. Mi marido está fuera del país así que mis hijos dependen de mí. Me hizo sentir que yo tenía el poder. Sentí que habiendo sido yo quien ganó el dinero, yo era quien debía gastarlo. Tenía ese derecho y nadie debía cuestionar cómo lo gastaba. ¡Sentí el poder que da el dinero y que no debía rendir cuentas ante nadie! Con el dinero de mi marido tenía que dar todo tipo de explicaciones sobre como lo gastaba.”
Salma“Estaba muy, muy contenta con este programa porque me permitía ganar dinero para mi familia desde casa. Tengo cuatro hijos y mi marido no tiene trabajo.”
“Yo decidí cómo gastar el dinero porque yo lo había ganado. Mi marido no cuestionó ninguna de mis decisiones. Pagué un crédito de 5.000 rupias que había pedido para cubrir algunos gastos médicos. Uno de mis hijos tenía una infección respiratoria y además había pedido el crédito para hacer frente a los gastos de mi último parto.”
“Además, el programa nos mantenía ocupados y así olvidábamos nuestras preocupaciones. Sólo podemos trabajar en casa porque no hemos recibido ningún otro tipo de educación. Este programa nos permitió hacer algo para cubrir las necesidades de nuestros hijos cuando antes no teníamos ninguna oportunidad de hacerlo.”
“Nos preocupa no saber cómo vamos a poder ganarnos la vida. Nuestras casas y nuestras tierras han sido destruidas. No sabemos como recuperar nuestras vidas. No creo que lo logremos en lo que nos queda de vida. Tal vez sea posible para nuestros hijos, pero no para nosotros porque no tenemos ni tierra ni recursos. Tampoco tenemos dinero en metálico y muchas personas están en nuestra misma situación. Quizás nuestros hijos puedan recibir una educación y, así, consigan ganar algún dinero. Por eso haremos todo lo que esté en nuestras manos para que nuestros hijos reciban una educación. Será una lucha incluso física, pero quizás así nuestra situación cambie.”
En el programa de Oxfam Dinero por Trabajo han participado 807 mujeres tejiendo chales, colchas y jerseys. Cada mujer hacía cuatro piezas y, así, se han producido 390 colchas, 400 chales y 1.860 jerseys que se han distribuido entre 482 personas como parte del kit de preparación para el invierno.
Imagen por Jane Beesley/Oxfam: Una beneficiaria recibe una de las colchas del programa dinero por trabajo.
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