Los conflictos y los desastres como los terremotos, las inundaciones o las sequías causan cada año el sufrimiento y la perdida de vidas y enseres a miles de personas en todo el mundo. Intermón Oxfam estamos presentes en África y Latinoamérica atendiendo a las personas vulnerables en las crisis humanitarias. Aquí explicamos qué hacemos en los países afectados para atender las necesidades básicas y reducir la vulnerabilidad de las personas ante futuras crisis.

martes, 24 de mayo de 2011

Los refugiados de Dadaab buscan cobijo


Linda Ogwell es la oficial de medios del afiliado inglés de Oxfam en Kenia. Nos relata a continuación la situación de los refugiados somalíes en el país africano.

"Aún no tengo tienda así que me las voy arreglando a base de trozos de tela y palos de madera. Lo único importante es que mi familia tenga algún tipo de cobijo," dice Maalim Bahigow, un recién llegado a Dadaab de 50 años.

El complejo de refugiados de Dadaab, en el noreste de Kenia, es el más grande del mundo. En la actualidad da refugio a casi 320.000 personas, de los cuales la mayoría ha huido del conflicto en Somalia, uno de los peores del planeta. A pesar de estar extremadamente abarrotado, el proyecto de crear una nueva extensión ya ha sido bloqueado por el gobierno keniata.

Más de 2.000 refugiados continúan llegando cada semana, muchos como resultado del empeoramiento de la sequía en toda la región. Maalim, su mujer y sus cuatro hijos pequeños se encontraban entre ellos, con la esperanza de volver a empezar. Caminaron e hicieron autostop durante 18 días y 500 kilómetros hasta llegar a Dadaab.

"Cuando decidimos escapar a Kenia, esperábamos encontrar paz y alivio tras pasar por tanta angustia, pero al llegar aquí hemos encontrado más sufrimiento," comenta. “Por lo menos en Somalia tenía casa. Aquí tenemos que arreglárnoslas con un refugio improvisado.”

Con tanta saturación, Dadaab está a punto de estallar. El complejo está divido en tres campamentos: IFO, Dagahaley y Hagadera, todos completamente llenos donde muchos viven en condiciones desesperadas.

El espacio básico de 12 por 15 metros cuadrados de tierra, que normalmente da refugio a una familia somalí típica de cinco personas, ahora recoge a más de 15 personas. Los recién llegados no tienen refugios adecuados y se enfrentan a enormes dificultades en cuanto al acceso a agua y baños. La amenaza de posibles brotes de enfermedades es constante.

"Como los baños están lejos, algunas personas acaban haciendo sus necesidades en arbustos," explica Maalim. "Nuestro mayor miedo es que, cuando llueva, es probable que contraigamos el cólera."

Desde el 2008 y dada la escasez de tierras, no ha sido posible asignar terrenos residenciales a los recién llegados. Desde agosto de 2010, estos han tenido que asentarse fuera de las áreas de acampada designadas. En la actualidad, más de 24.000 personas están refugiadas en tierras que pertenecen a la comunidad anfitriona local, lo que ha despertado sentimientos opuestos.

"Durante casi 20 años les hemos dado la bienvenida a los refugiados llegados a nuestra comunidad y esto ha pasado factura," asegura Hassan Khalif Mire, un líder local. "Estas personas han causado daños al medio ambiente, aumentando así la pobreza de nuestra comunidad. Y lo que es peor aún, ahora han empezado a asentarse en nuestras tierras de manera ilegal."

Otros defienden que la economía local se ha beneficiado enormemente del campamento y los refugiados. Pero no cabe duda que la afluencia de refugiados ha creado tensiones y ha puesto presión sobre los recursos.

Sin embargo, los refugiados no tienen otra opción que asentarse en tierras locales. Una nueva extensión del campamento (denominada IFO II) ha sido construida para aliviar la masificación actual y acomodar a recién llegados. Pero el Gobierno de Kenia ha parado la construcción y ha denegado la apertura del campamento, citando varias razones, incluyendo objeciones por parte de la comunidad anfitriona y la seguridad nacional.

Mientras la discusión continúa, los refugiados como Maalim siguen viviendo en condiciones deplorables e inaceptables, esperando la llegada de buenas noticias por parte del gobierno.

"Ahora mismo mi vida está en un parón. Habrá que espera y ver qué pasa. Es una situación desesperada pero qué podemos hacer.”

Imagen por Linda Ogwell/Oxfam: Maalim y su familia en Kenia.
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jueves, 19 de mayo de 2011

Bananas, sonrisas y nuevas ideas en Zambia

Namwala, en la Provincia del Sur de Zambia, es muy propensa a las inundaciones y las sequías. Oxfam está implementando un programa de Reducción del Riesgo de Desastres (DRR) en las aldeas del río Kafue, donde los ganaderos y los pescadores se han visto gravemente afectados por los continuos desastres. Nellie Nyang’wa, la directora de Oxfam en Zambia, nos cuenta más sobre el programa.

El proyecto DRR forma parte de un programa mayor, cuyo propósito es reducir los riesgos causados por los desastres, tales como las inundaciones y las sequías, mejorando la capacidad de prevención y adaptación a escala local y nacional.

Al visitar las aldeas, son evidentes los esfuerzos que está haciendo la comunidad para diversificar sus medios de vida. Lo que más nos impresionó fue el afán de la comunidad por intentar algo diferente: se mostraban muy emocionados al relatarnos sus historias esperanzadoras.

“Mejores que la ayuda alimentaria”
En efecto, vimos que iban por buen camino cuando dijeron que los experimentos que están llevando a cabo en sus campos son “mejores que la ayuda alimentaria”.

Lo que atrajo nuestra atención fueron los hermosos cultivos de banano alrededor. Las comunidades de la aldea escogieron esta planta gracias a su resistencia a las fluctuaciones climáticas. Los bananos parecen estar creciendo tan bien que no nos sorprendería que en algunos años esta área se conociera como el ‘distrito bananero’: ¡en verdad es una idea fascinante! Sin embargo, no es tan fácil: las mujeres nos recordaron lo difícil que es regar las plántulas recién trasplantadas, especialmente durante la estación seca.

Ahora queremos explorar la manera de enseñarles nuevas habilidades, poner a prueba ideas innovadoras e incrementar el proyecto. Por ejemplo, observamos que las comunidades están preocupadas con el desarrollo de sus cultivos y que no habían pensado mucho en el mercadeo del banano. Así pues, otras iniciativas podrían incluir la creación de vínculos con proyectos futuros de Oxfam, que se centren en mejorar el acceso de las personas al mercado.

En efecto, cuando estudiamos los enlaces, sometemos a prueba ideas e innovamos, facilitamos un cambio verdadero y sostenible.

Más información sobre este proyecto aquí.
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martes, 17 de mayo de 2011

Viajando por la "ruta de la muerte" en Costa de Marfil



El coordinador de ayuda humanitaria de Oxfam para África Occidental, Philippe Conraud, ha regresado recientemente de una visita a una de las zonas más afectadas por el conflicto en Costa de Marfil. En lo que él ha llamado la "ruta de la muerte", ha comprobado que el suministro de ayuda humanitaria sigue siendo extremadamente difícil debido al persistente estado de inseguridad.

El camino desde Guiglo, a través de Bloléquin y Toulepleu, no lejos de la frontera con Liberia, es un lugar donde se libraron algunos de los combates más encarnizados en Costa de Marfil hace apenas unas semanas. Decenas de miles de civiles fueron desplazados por la violencia y el acoso. Muchos miles escaparon hasta Grand Gedeh, en Liberia, donde Oxfam cuenta con una iniciativa de respuesta a la emergencia, pero muchos más siguen en condición de desplazados en la propia Costa de Marfil, viviendo en los bosques o en campos temporales a lo largo del camino. Lo he bautizado como la ruta de la muerte.

Muy pocas organizaciones humanitarias se han presentado en la zona desde que terminaron los combates. Algunas agencias de Naciones Unidas han estado allí, escoltadas por cascos azules de la propia ONU. En todo caso, nosotros quisimos hacer nuestra propia visita de evaluación, sin escolta armada, con el propósito de detenernos en las aldeas y conversar con la gente de allí.

Nunca antes habíamos estado en esta zona, por lo que, naturalmente, una de las principales preocupaciones tuvo que ver con el miedo a lo desconocido: ¿con qué nos encontraríamos?, ¿con qué tipo de personas?, ¿cómo se comportarían con nosotros? Nunca se sabe lo que podría pasar ni con quién se podría uno encontrar.

Aquello parece el Viejo Oeste
Viajamos con cierta aprehensión, pero nos aseguramos de tener a mano los números telefónicos de los comandantes militares de la región, y fuimos a verlos desde que llegamos.

Pasamos muchos puestos de control. Una semana antes nos habían dicho que había 17 en un tramo de 60 kilómetros, pero sólo nos encontramos 12, unos cuantos puestos menos. El camino principal está controlado por las FRCI (Fuerzas Republicanas de Costa de Marfil), que están bajo las órdenes de la capital. Pero en ciudades como Bloléquin, la situación es distinta: aquello parece el Viejo Oeste. Encontramos muchos grupos armados distintos, y armas de fuego por todos lados. Había muchos jóvenes con fusiles Kalashnikov terciados a la espalda. Había distintos grupos armados de "autodefensa" y mercenarios liberianos que habían combatido en ambos lados del conflicto.

Estar allí nos hizo sentir incómodos. No es un lugar en el que me gustaría pasar la noche. Pero éramos extranjeros; viajábamos de día en un vehículo con identificación de Oxfam y una bandera, lo que nos daba cierta protección. Me imagino que en esta zona, la vida como civil debe ser muy difícil.

Aldeas fantasma
Pasamos por muchas aldeas completamente destruidas. Eran aldeas fantasma totalmente vacías y completamente quemadas; había cadáveres por todos lados. Nadie había regresado. Estaban completamente vacías.

Pero algunas sorpresas nos esperaban. Algo que nos llamó la atención fue la cantidad de civiles (más de los que esperábamos) en algunas aldeas del camino. Fue sorprendente comprobar que muchos habían regresado a aldeas totalmente quemadas y en las que aún quedaban cuerpos en las calles.

Es difícil entender qué los había hecho regresar. Algunos decían que se sentían seguros y habían decidido regresar... para mí, esa respuesta no lo explicaba todo, y si bien hay una serie de motivos tribales y étnicos detrás del conflicto, no me quedaba claro por qué una aldea había sido quemada hasta las cenizas mientras otra permanecía intacta.

En los próximos meses habrá mucha necesidad de obras de rehabilitación y reconstrucción... tanto de viviendas como de pozos, que son las principales fuentes de agua y no se han usado durante las últimas semanas, por lo que hay que limpiarlos adecuadamente antes de poder volverlos a usar. Otro problema es que se han echado cadáveres en los pozos y, por razones psicológicas, la gente no querrá volver a usarlos.

Las aldeas han sido totalmente saqueadas. Las casas que quedan no tienen ventanas ni puertas, ni techo. Muchos se pasean armados y solo los hombres han regresado a las aldeas: no hay mujeres, lo que indica que ellas no sienten que sea seguro regresar.

La respuesta humanitaria de Oxfam
Oxfam planea trabajar aquí. Nuestra estrategia es esencialmente ayudar a que la gente regrese eventualmente a sus casas, para lo cual necesitará ayuda para la recuperación y la reconstrucción. También se necesitará ayuda para que los que regresen puedan volver a ganarse la vida.



No obstante, por ahora no podemos trabajar allí... es demasiado peligroso. No va a ser mañana ni la semana que viene, pero tendremos que estar allí en los próximos meses. Ese es nuestro imperativo humanitario.

Trabajamos con la gente en Liberia, y con los desplazados internos en Costa de Marfil, en zonas como Duekoué, desde donde la gente deberá regresar a sus hogares cuando considere que es posible un retorno seguro. Y regresaremos con ellos para ayudarlos a reconstruir.

La crisis no ha terminado
Puede que la crisis política haya terminado, pero está claro que muchos aquí no lo sienten así... la crisis no ha terminado. Las aldeas todavía están vacías, y aún quedan muchos miles de personas desplazadas viviendo en lugares inadecuados: en campos de refugiados o en casas de familias que las han acogido, y deberán permanecer allí por un tiempo. El regreso a las aldeas que hemos visitado tomará tiempo, lo mismo que la recuperación; esto lo damos por seguro.

Primero, transcurrirá mucho tiempo antes de que la gente decida regresar, antes de que sientan que es lo suficientemente seguro regresar. Segundo, tendrán que recuperar sus vidas y las actividades a las que se dedicaban antes tener que huir, y eso puede tomar años.

En todo caso, soy del tipo optimista: creo en la vida, creo en la esperanza, creo en el futuro, pero no será nada fácil. Todavía quedan muchas armas por todos lados, y mucha gente que depende de las armas para sobrevivir. Mientras no se desarme a esa gente, los demás vivirán en el temor, serán acosados y no podrán llevar una vida normal.

Más información sobre el conflicto y donativos, aquí.

Imégenes por Caroline Gluck/Oxfam: Refugiados en Liberia y depósitos de agua potable parte de la respuesta de Oxfam.
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