Por JJ Singano desde Kenya.
27 de julio de 2011
Cada día llega más gente a Dadaab. Lo hacen cansados y hambrientos, medio desnudos y sin comida ni agua. Han caminado hasta aquí desde Somalia - algunos durante 10 días, otros durante más de un mes – y no traen nada con ellos. Es un viaje muy difícil que miles logran realizar, pero también nos cuentan que muchos otros han muerto en el camino. Los más débiles mueren atacados por las hienas, otros fallecen a causa del calor y la extenuación. Son atacados por los bandidos, que especialmente roban a las mujeres y a los niños. A menudo, no se autoriza a los hombres a cruzar la frontera.
La zona donde estamos trabajando acoge cerca de 20,000 refugiados. Cuando empecé a trabajar aquí, sólo había arbustos y animales salvajes. La mayor parte de los refugiados, en Somalia eran agricultores pero se vieron obligados a huir cuando perdieron su cosecha a causa de la sequía y la guerra. Cuando llegan aquí están muy malnutridos y necesitan desesperadamente comida, agua y medicina. Sin embargo, a pesar de lo desesperado de la situación, se les ve contentos de haber llegado a un lugar seguro.
A medida que las llegadas se van incrementando, el campo está más y más sobrepoblado. Los niños llegan en condiciones terribles. Justo ayer, dos niños pequeños que habían llegado muy debilitados del viaje, murieron aquí al lado. Puedes ver lo delgados que están y durante el día, a veces, ves a familias cavando tumbas a las afueras del campo. Algunos de los niños han pasado días sin comer, y sufren malnutrición y otras enfermedades como malaria y diarrea.
Las familias construyen sus cobijos con lo que pueden – ramas de arbusto, mantas y trozos de tela. Justo ayer, estuve dentro de una pequeña cabaña, de tan sólo un par de metros de ancho, en la que vivía una familia de diez personas. El campo, cada día, es más grande.
Hay muchos problemas con el saneamiento. En la nueva zona del campo hay 320 letrinas para 20.000 personas, y algunas de las letrinas están llenas. La gente tiene que defecar al aire libre – el olor está por todos lados.
El trabajo de nuestro equipo implica construir baños comunitarios, perforar puntos de agua e instalar tuberías y grifos para suministrar de agua potable los campos. Algunos de los pozos tienen 200 metros de profundidad. Contando todas las tuberías, el sistema se extiende 34 kilómetros.
Hay muchas organizaciones internacionales en el campo, pero también vemos cómo la gente se ayuda entre sí. Los que acaban de llegar reciben apoyo de los refugiados que ya llevan aquí más tiempo y comparten la comida con ellos. Se preocupan de los otros y, a pesar de lo duras que son las condiciones, están siendo muy agradables con nosotros.
Estamos preocupados por lo que ocurrirá en los próximos meses. No lloverá en ciertas zonas de Somalia hasta Octubre, así que tememos la llegada de decenas de miles de refugiados en Agosto y Septiembre. El campo está tan lleno ya, no sé cuánta gente más puede soportar.
Por ahora, necesitamos proveerles de más ayuda. Pero necesitamos que haya paz en Somalia. El mundo tiene que apoyar al pueblo somalí en su país, para que no se vean obligados a huir hasta Kenia o Etiopía.
Cada día llega más gente a Dadaab. Lo hacen cansados y hambrientos, medio desnudos y sin comida ni agua. Han caminado hasta aquí desde Somalia - algunos durante 10 días, otros durante más de un mes – y no traen nada con ellos. Es un viaje muy difícil que miles logran realizar, pero también nos cuentan que muchos otros han muerto en el camino. Los más débiles mueren atacados por las hienas, otros fallecen a causa del calor y la extenuación. Son atacados por los bandidos, que especialmente roban a las mujeres y a los niños. A menudo, no se autoriza a los hombres a cruzar la frontera.
La zona donde estamos trabajando acoge cerca de 20,000 refugiados. Cuando empecé a trabajar aquí, sólo había arbustos y animales salvajes. La mayor parte de los refugiados, en Somalia eran agricultores pero se vieron obligados a huir cuando perdieron su cosecha a causa de la sequía y la guerra. Cuando llegan aquí están muy malnutridos y necesitan desesperadamente comida, agua y medicina. Sin embargo, a pesar de lo desesperado de la situación, se les ve contentos de haber llegado a un lugar seguro.
A medida que las llegadas se van incrementando, el campo está más y más sobrepoblado. Los niños llegan en condiciones terribles. Justo ayer, dos niños pequeños que habían llegado muy debilitados del viaje, murieron aquí al lado. Puedes ver lo delgados que están y durante el día, a veces, ves a familias cavando tumbas a las afueras del campo. Algunos de los niños han pasado días sin comer, y sufren malnutrición y otras enfermedades como malaria y diarrea.
Las familias construyen sus cobijos con lo que pueden – ramas de arbusto, mantas y trozos de tela. Justo ayer, estuve dentro de una pequeña cabaña, de tan sólo un par de metros de ancho, en la que vivía una familia de diez personas. El campo, cada día, es más grande.
Hay muchos problemas con el saneamiento. En la nueva zona del campo hay 320 letrinas para 20.000 personas, y algunas de las letrinas están llenas. La gente tiene que defecar al aire libre – el olor está por todos lados.
El trabajo de nuestro equipo implica construir baños comunitarios, perforar puntos de agua e instalar tuberías y grifos para suministrar de agua potable los campos. Algunos de los pozos tienen 200 metros de profundidad. Contando todas las tuberías, el sistema se extiende 34 kilómetros.
Hay muchas organizaciones internacionales en el campo, pero también vemos cómo la gente se ayuda entre sí. Los que acaban de llegar reciben apoyo de los refugiados que ya llevan aquí más tiempo y comparten la comida con ellos. Se preocupan de los otros y, a pesar de lo duras que son las condiciones, están siendo muy agradables con nosotros.
Estamos preocupados por lo que ocurrirá en los próximos meses. No lloverá en ciertas zonas de Somalia hasta Octubre, así que tememos la llegada de decenas de miles de refugiados en Agosto y Septiembre. El campo está tan lleno ya, no sé cuánta gente más puede soportar.
Por ahora, necesitamos proveerles de más ayuda. Pero necesitamos que haya paz en Somalia. El mundo tiene que apoyar al pueblo somalí en su país, para que no se vean obligados a huir hasta Kenia o Etiopía.
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