Por Jim Clarken, director ejecutivo de Oxfam Irlanda
28 de julio de 2011
Alguien me dijo una vez que la peor imagen en el mundo era una madre hambrienta tratando de alimentar a un bebé hambriento. En el Cuerno de África, y sobre todo en Somalia, esta situación se está volviendo más y más común con cada día que pasa.
Los padres y madres, habiendo agotado todas las opciones para atender las necesidades básicas de sus hijos, los están enterrando en vez de cuidarlos.
Como padre, puedo imaginarme la desesperación a la que han llegado estos padres en esta terrible lucha por la supervivencia. Pero esta semana pude entenderlo mejor al reunirme con algunos de esos padres, durante una visita a Kenia y Somalia con la expresidenta de Irlanda Mary Robinson, ahora presidenta de Oxfam, y otras agencias humanitarias irlandesas.
Pudimos experimentar de primera mano el trauma por el que pasan personas agotadas entrando en masa a Kenia a través de la frontera somalí: en algunos casos han estado caminando por días enteros, ayudando a los familiares mayores, empujando a los niños para que caminen y cargando a bebés.
Cuando las familias tuvieron la suerte de llegar a la seguridad del campamento de refugiados de Dadaab, pudieron conseguir alimentos, agua y refugio, así como atención médica para la desnutrición severa. Miles de personas están llegando en este campo cada día.
Ahora miles de personas llegan diariamente a este campo, y cada mecanismo de supervivencia que tuvieran se ha agotado: normalmente han vendido su ganado, devorado o vendido cualquier cosecha y se han quedado sin dinero para comprar comida si la había.
Dentro de la misma Somalia las personas están desesperadas. En Dollow, Mary Robinson recibió una cálida bienvenida: muchos somalíes recordaban su visita en 1992. En el país la conocen como “la Madre de Dado”, por la región.
Nuestra primera parada fue a un lado de la carretera, en donde un grupo grande de mujeres y niños agotados se habían dejado caer bajo unos árboles. Hablamos con Sadia Abdul, quien había caminado la mayor parte del camino desde Birbwell, ¡a 200 kilómetros de distancia! Con ello dejó atrás los conflictos armados y cualquier posible medio de obtener ingresos para su subsistencia.
El grupo estaba hambriento y necesitaba agua y comida desesperadamente. Muchos tenían la mirada vacía de las personas que han pasado por mucho y estaban al borde de no poder continuar el viaje por sus propios medios.
Conforme entrábamos al pueblo de Dollow había un comité de bienvenida compuesto por niños y niñas cantando para Mary Robinson, con carteles que expresaban cuánto apreciaban todos la atención irlandesa a sus problemas, y su esperanza de que podamos hacer una diferencia para ellos.
En la clínica vimos bebés siendo pesados, medidos y revisados buscando cualquier signo de desnutrición: muchos eran demasiado más pequeños y pesaban poco para su edad.
La verdadera preocupación es que todavía no entramos completamente en la temporada “de hambre”, que no alcanzará su máximo sino hasta octubre: el director de la clínica cree que esta vez puede llegar a ser peor que en 1992, cuando la clínica ya está sobrepasada: el personal trabaja desde que amanece hasta tarde en la noche, y ya hay filas afuera esperando cuando abren.
Los médicos y enfermeras dan un producto altamente nutritivo a base de cacahuate (conocido como “Plumpy’nut”) a los niños con los peores síntomas de desnutrición, pero debido a que las familias no tienen nada más se reparten este producto entre ellos, lo que significa que nadie recibe la nutrición apropiada.
Sodo Abdulahi Nuh, de 25 años, estaba pesando a su bebé desnutrido de 14 meses: resultó pesar sólo 7 kilos, y la joven tiene otros tres hijos a los que cuidar. Alrededor de seis niños mueren cada semana en esta misma clínica debido a la falta de alimentos.
Hablé con Sofia, quien caminó 40 kilómetros desde Beladlow con sus ocho hijos. Su esposo fue asesinado en Mogadiscio y ahora su prole y ella misma deben quedarse con otra familia que los acogió pero que apenas pueden con la carga adicional.
Sofia no sabe lo que van a hacer, pero por ahora su prioridad es intentar conseguir alimentos para su familia (muchas veces se saltan comidas). Amina caminó kilómetros desde Luk con su hija de tres años Asha. Ya perdió a dos de sus hijos, y todo su ganado murió también.
Amina había caminado 50 kilómetros desde Luk con su hija Asha de tres años de edad. Ya había perdido dos hijos. Todo su ganado también murió.
También en Kenia las familias se están quedando sin recursos: en el pueblo de Karagi, en Turkana, ha habido 40 entierros en los últimos seis meses, la mayor parte niños, y todos debido al hambre
Lo más llamativo de Karagi es que no vimos a ningún hombre en edad de trabajar. Esos hombres habían viajado largas distancias para tratar de encontrar agua para su ganado - la única fuente de ingresos que tienen. Envían dinero cuando pueden. El pueblo está totalmente compuesto por mujeres, niños y ancianos que están al borde del desastre. La sensación de mal presentimiento era palpable.
En Marsabit escuchamos a un hombre de 65 años, Tabich Galgal. Nos dijo simplemente que no tienen comida: algunos miembros de la comunidad están recibiendo ayuda humanitaria, pero la comparten con otros, por lo que todo el mundo intenta sobrevivir a base de raciones. La frustración era palpable en la voz de Tabich conforme describía cómo habían intentado todo: no es que no estén haciendo todo lo que puedan para aferrarse a la vida, pero la sequía se les ha echado encima con todo, según él.
Elena Boru nos explicó luego que la falta de agua ha tenido un efecto devastador sobre las mujeres, quienes deben de pasar la mayor parte del día buscándola.
Según ella, hay más que suficientes personas en el pueblo completamente dispuestas y capaces de trabajar, para hacer lo que sea necesario para mantener a sus familias, sin olvidar la protección a los ancianos. Durante el viaje vimos a personas mayores muy débiles y claramente desnutridas: una situación espantosa considerando todo lo que han aportado a sus comunidades a lo largo de sus vidas.
La hambruna se ha declarado en partes de Somalia. Estas es la consecuencia inevitable de la sequía, el cambio climático, conflictos armados, pobreza endémica y falta de inversión en el desarrollo.
Estas son preguntas que deben de responderse a su tiempo, pero primero tenemos que lidiar con esta crisis humanitaria. Hay 12 millones de vidas en riesgo, pero si actuamos ahora podemos prevenir futuras pérdidas humanas a gran escala.
La respuesta humanitaria de Oxfam
Oxfam está trabajando a través de la región, en el suministro de alimentos, agua potable y refugio, y ayudando a la gente a poder ganarse la vida otra vez. A través de nuestros programas tenemos la intención de llegar a tres millones de personas.
Oxfam está trabajando a través de la región, en el suministro de alimentos, agua potable y refugio, y ayudando a la gente a poder ganarse la vida otra vez. A través de nuestros programas tenemos la intención de llegar a tres millones de personas.
Por el momento, Oxfam está llevando a cabo en el mayor programa de nutrición en la capital, Mogadiscio, tratando más de 12.000 niños gravemente desnutridos, mujeres embarazadas y las que están amamantando. También estamos suministrando agua y saneamiento para 300.000 desplazados internos y proporcionando equipos para salvar vidas al único hospital d infantil de Somalia que está funcionando.
En Kenia y Etiopía, estamos dando dinero a la gente a través de efectivo para los programas de obras para construir tanques de agua y embalses. Estamos llevando camiones para el suministro de agua a 32.000 personas en Etiopía y tratamiento de agua para beber, cocinar y lavar. Estamos ayudando a las personas que tiene ganado a mantenerlos sanos y vacunados. Estamos cavando y reparando pozos, y proporcionar servicios de saneamiento y letrinas.
Pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos la ayuda de los gobiernos y el público en general para detener la propagación de esta catástrofe humana.
De lo contrario estamos condenando a miles y miles de personas a una muerte innecesaria.
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Los conflictos y los desastres como los terremotos, las inundaciones o las sequías causan cada año el sufrimiento y la perdida de vidas y enseres a miles de personas en todo el mundo. Intermón Oxfam estamos presentes en África y Latinoamérica atendiendo a las personas vulnerables en las crisis humanitarias. Aquí explicamos qué hacemos en los países afectados para atender las necesidades básicas y reducir la vulnerabilidad de las personas ante futuras crisis.
jueves, 28 de julio de 2011
miércoles, 27 de julio de 2011
Dadaab Diary: Huyendo del hambre en Somalia (Diario de un trabajador de Oxfam en Dadaab)
Por JJ Singano desde Kenya.
27 de julio de 2011
Cada día llega más gente a Dadaab. Lo hacen cansados y hambrientos, medio desnudos y sin comida ni agua. Han caminado hasta aquí desde Somalia - algunos durante 10 días, otros durante más de un mes – y no traen nada con ellos. Es un viaje muy difícil que miles logran realizar, pero también nos cuentan que muchos otros han muerto en el camino. Los más débiles mueren atacados por las hienas, otros fallecen a causa del calor y la extenuación. Son atacados por los bandidos, que especialmente roban a las mujeres y a los niños. A menudo, no se autoriza a los hombres a cruzar la frontera.
La zona donde estamos trabajando acoge cerca de 20,000 refugiados. Cuando empecé a trabajar aquí, sólo había arbustos y animales salvajes. La mayor parte de los refugiados, en Somalia eran agricultores pero se vieron obligados a huir cuando perdieron su cosecha a causa de la sequía y la guerra. Cuando llegan aquí están muy malnutridos y necesitan desesperadamente comida, agua y medicina. Sin embargo, a pesar de lo desesperado de la situación, se les ve contentos de haber llegado a un lugar seguro.
A medida que las llegadas se van incrementando, el campo está más y más sobrepoblado. Los niños llegan en condiciones terribles. Justo ayer, dos niños pequeños que habían llegado muy debilitados del viaje, murieron aquí al lado. Puedes ver lo delgados que están y durante el día, a veces, ves a familias cavando tumbas a las afueras del campo. Algunos de los niños han pasado días sin comer, y sufren malnutrición y otras enfermedades como malaria y diarrea.
Las familias construyen sus cobijos con lo que pueden – ramas de arbusto, mantas y trozos de tela. Justo ayer, estuve dentro de una pequeña cabaña, de tan sólo un par de metros de ancho, en la que vivía una familia de diez personas. El campo, cada día, es más grande.
Hay muchos problemas con el saneamiento. En la nueva zona del campo hay 320 letrinas para 20.000 personas, y algunas de las letrinas están llenas. La gente tiene que defecar al aire libre – el olor está por todos lados.
El trabajo de nuestro equipo implica construir baños comunitarios, perforar puntos de agua e instalar tuberías y grifos para suministrar de agua potable los campos. Algunos de los pozos tienen 200 metros de profundidad. Contando todas las tuberías, el sistema se extiende 34 kilómetros.
Hay muchas organizaciones internacionales en el campo, pero también vemos cómo la gente se ayuda entre sí. Los que acaban de llegar reciben apoyo de los refugiados que ya llevan aquí más tiempo y comparten la comida con ellos. Se preocupan de los otros y, a pesar de lo duras que son las condiciones, están siendo muy agradables con nosotros.
Estamos preocupados por lo que ocurrirá en los próximos meses. No lloverá en ciertas zonas de Somalia hasta Octubre, así que tememos la llegada de decenas de miles de refugiados en Agosto y Septiembre. El campo está tan lleno ya, no sé cuánta gente más puede soportar.
Por ahora, necesitamos proveerles de más ayuda. Pero necesitamos que haya paz en Somalia. El mundo tiene que apoyar al pueblo somalí en su país, para que no se vean obligados a huir hasta Kenia o Etiopía.
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Cada día llega más gente a Dadaab. Lo hacen cansados y hambrientos, medio desnudos y sin comida ni agua. Han caminado hasta aquí desde Somalia - algunos durante 10 días, otros durante más de un mes – y no traen nada con ellos. Es un viaje muy difícil que miles logran realizar, pero también nos cuentan que muchos otros han muerto en el camino. Los más débiles mueren atacados por las hienas, otros fallecen a causa del calor y la extenuación. Son atacados por los bandidos, que especialmente roban a las mujeres y a los niños. A menudo, no se autoriza a los hombres a cruzar la frontera.
La zona donde estamos trabajando acoge cerca de 20,000 refugiados. Cuando empecé a trabajar aquí, sólo había arbustos y animales salvajes. La mayor parte de los refugiados, en Somalia eran agricultores pero se vieron obligados a huir cuando perdieron su cosecha a causa de la sequía y la guerra. Cuando llegan aquí están muy malnutridos y necesitan desesperadamente comida, agua y medicina. Sin embargo, a pesar de lo desesperado de la situación, se les ve contentos de haber llegado a un lugar seguro.
A medida que las llegadas se van incrementando, el campo está más y más sobrepoblado. Los niños llegan en condiciones terribles. Justo ayer, dos niños pequeños que habían llegado muy debilitados del viaje, murieron aquí al lado. Puedes ver lo delgados que están y durante el día, a veces, ves a familias cavando tumbas a las afueras del campo. Algunos de los niños han pasado días sin comer, y sufren malnutrición y otras enfermedades como malaria y diarrea.
Las familias construyen sus cobijos con lo que pueden – ramas de arbusto, mantas y trozos de tela. Justo ayer, estuve dentro de una pequeña cabaña, de tan sólo un par de metros de ancho, en la que vivía una familia de diez personas. El campo, cada día, es más grande.
Hay muchos problemas con el saneamiento. En la nueva zona del campo hay 320 letrinas para 20.000 personas, y algunas de las letrinas están llenas. La gente tiene que defecar al aire libre – el olor está por todos lados.
El trabajo de nuestro equipo implica construir baños comunitarios, perforar puntos de agua e instalar tuberías y grifos para suministrar de agua potable los campos. Algunos de los pozos tienen 200 metros de profundidad. Contando todas las tuberías, el sistema se extiende 34 kilómetros.
Hay muchas organizaciones internacionales en el campo, pero también vemos cómo la gente se ayuda entre sí. Los que acaban de llegar reciben apoyo de los refugiados que ya llevan aquí más tiempo y comparten la comida con ellos. Se preocupan de los otros y, a pesar de lo duras que son las condiciones, están siendo muy agradables con nosotros.
Estamos preocupados por lo que ocurrirá en los próximos meses. No lloverá en ciertas zonas de Somalia hasta Octubre, así que tememos la llegada de decenas de miles de refugiados en Agosto y Septiembre. El campo está tan lleno ya, no sé cuánta gente más puede soportar.
Por ahora, necesitamos proveerles de más ayuda. Pero necesitamos que haya paz en Somalia. El mundo tiene que apoyar al pueblo somalí en su país, para que no se vean obligados a huir hasta Kenia o Etiopía.
martes, 19 de julio de 2011
Actualizando la asistencia humanitaria
Desde el 23 de junio se han ido sucediendo en todo el mundo las presentaciones de la edición 2011 del Manual Esfera. Desde la India a Haití, Canadá, Senegal o España han dado a conocer el documento que recoge los principios compartidos y normas mínimas que debe cumplir la respuesta humanitaria.
Más de 650 expertos de unas 300 organizaciones, entre las cuales se cuentan los principales organismos de las Naciones Unidas, han participado en la amplia revisión que ha precedido a esta tercera edición del Manual Esfera.
La versión en español se ha presentado hasta el momento en Venezuela, Argentina, Bolivia, España, Honduras y Nicaragua. En este último país, además, el acto de lanzamiento del pasado jueves -financiado por la Oficina de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea (ECHO) y organizado por Save the Children y Oxfam Centroamérica (CAMEXCA)- se ha complementado con un exitoso curso de capacitación. 36 miembros de organizaciones civiles dedicadas a la cooperación e instituciones gubernamentales como Defensa Civil o el Ministerio de Salud recibieron formación sobre el Manual Esfera en este primer curso en Nicaragua para formadores del Manual Esfera 2011. Se trata de 36 alumnos que, a su vez, multiplicarán los conocimientos en su entorno de trabajo, ya que explicarán en sus organizaciones cómo llevar a cabo una asistencia humanitaria con garantías en materias como agua y saneamiento, seguridad alimentaria y nutrición, refugio, protección y salud.
Una semana antes había tenido lugar la presentación en España del proyecto Esfera con actos simultáneos en Madrid y Barcelona que organizaban conjuntamente Intermon Oxfam y el Instituto de Estudios de Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).
Más información en http://www.intermonoxfam.org/es/page.asp?id=2005&ui=12333
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Etiquetas:
manual esfera
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