Los conflictos y los desastres como los terremotos, las inundaciones o las sequías causan cada año el sufrimiento y la perdida de vidas y enseres a miles de personas en todo el mundo. Intermón Oxfam estamos presentes en África y Latinoamérica atendiendo a las personas vulnerables en las crisis humanitarias. Aquí explicamos qué hacemos en los países afectados para atender las necesidades básicas y reducir la vulnerabilidad de las personas ante futuras crisis.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
El cólera nómada
Cólera y hacinamiento humano son dos conceptos que parecen estar íntimamente vinculados: enclaves urbanos, campos de refugiados o asentamientos temporales de emergencia son el terreno propicio para la propagación de la epidemia. Pero en Chad, además, el cólera se mueve de forma aislada, incubándose en el cuerpo de los nómadas que se desplazan de una región a otra. En este contexto, las malas condiciones higiénicas, la insalubridad del agua y la falta de conocimientos sobre la transmisión de la enfermedad dificultan enormemente el control de la epidemia. Irina Fuhrmann, nuestra oficial de medios en Chad, nos cuenta aquí de primera mano la historia de un grupo de nómadas afectados por el virus.
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martes, 23 de noviembre de 2010
Carne limpia en Djabal
El campo de Djabal, en el Este del Chad, alberga más de 11.000 refugiados sudaneses, muchos de ellos instalados en él desde hace 6 años, cuando la violencia en Darfur les forzó a huir y buscar asilo más allá de la frontera. Oxfam trabaja asegurando la distribución de agua y los sistemas de saneamiento y promocionando medidas de higiene para todos los habitantes de Djabal. Así mismo, la organización desarrolla actividades para mejorar la seguridad alimentaria de los refugiados en el ámbito de la agricultura y ganadería. Irina Fuhrmann, nuestra oficial de medios sobre terreno, nos cuenta una de esas iniciativas. © Irina Fuhrmann/Intermón Oxfam
Hace tan sólo un mes que el nuevo puesto de venta de carne en el campo de refugiados de Djabal está en marcha y todavía brillan las planchas de zinc con las que ha sido construido.
Arbab Omar Mahamat, uno de los 80 carniceros que se turnan para vender su mercancía en el mercado, se muestra orgulloso del nuevo espacio, tratando de igualar el brillo de su cuchillo con el del local.
A primera hora de la mañana, sobre los mostradores de caña, los carniceros colocan las piezas que venderán durante la jornada. Aquí todo se come, desde las vísceras más grandes hasta los intestinos desecados al sol, todo en pequeñas cantidades para complementar, el día que se puede, la dieta de los refugiados instalados en Djabal.
“Siempre hemos vendido en este mismo lugar, junto al mercado, pero antes de tener esta estructura de venta que Intermón Oxfam nos ha facilitado, exponíamos la carne en el suelo, con los problemas de higiene que esto conlleva”, cuenta Arbab, quien ya trabajaba como carnicero en su país, antes de tener que huir hacia Djabal en el 2004.
El nuevo puesto de venta, construido por encima del suelo y con paneles tipo mosquitera para evitar la entrada de insectos, cuenta con dos espacios separados: uno para la carne de bovino y otro para la carne de cordero. “A pesar de que tenemos que seguir espantando algunas moscas en el mostrador, este sistema impide que los insectos nos invadan la mercancía. Además, al estar protegida del sol, la carne se mantiene más tiempo en condiciones” explica Ardab.
Hombres, mujeres e incluso niños acuden a comprar la carne. Mahammat, cuya madre le ha encargado la compra de una pequeña pieza de cordero para la comida, está contento de poder ver la carne antes de escogerla, para asegurarse el trozo que se lleva es de buena calidad.
“Los compradores aprecian el nuevo puesto, pero, lamentablemente, la situación económica de este año ha hecho disminuir enormemente la venta de carne, aún incluso cuando hemos bajado los precios”. El incremento del precio de los cereales – básicos en la dieta de los habitantes de la zona - hace que cada vez sean menos las familias que pueden permitirse comer carne.
Arbab, que sueña con poder volver a Sudán tan pronto la situación de seguridad lo permita, proyecta su futuro: “cuando yo y mi familia volvamos a nuestro país, quiero seguir vendiendo carne en estas mismas condiciones de higiene y evitar así cualquier tipo de contaminación”.
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Hace tan sólo un mes que el nuevo puesto de venta de carne en el campo de refugiados de Djabal está en marcha y todavía brillan las planchas de zinc con las que ha sido construido.
Arbab Omar Mahamat, uno de los 80 carniceros que se turnan para vender su mercancía en el mercado, se muestra orgulloso del nuevo espacio, tratando de igualar el brillo de su cuchillo con el del local.
A primera hora de la mañana, sobre los mostradores de caña, los carniceros colocan las piezas que venderán durante la jornada. Aquí todo se come, desde las vísceras más grandes hasta los intestinos desecados al sol, todo en pequeñas cantidades para complementar, el día que se puede, la dieta de los refugiados instalados en Djabal.
“Siempre hemos vendido en este mismo lugar, junto al mercado, pero antes de tener esta estructura de venta que Intermón Oxfam nos ha facilitado, exponíamos la carne en el suelo, con los problemas de higiene que esto conlleva”, cuenta Arbab, quien ya trabajaba como carnicero en su país, antes de tener que huir hacia Djabal en el 2004.
El nuevo puesto de venta, construido por encima del suelo y con paneles tipo mosquitera para evitar la entrada de insectos, cuenta con dos espacios separados: uno para la carne de bovino y otro para la carne de cordero. “A pesar de que tenemos que seguir espantando algunas moscas en el mostrador, este sistema impide que los insectos nos invadan la mercancía. Además, al estar protegida del sol, la carne se mantiene más tiempo en condiciones” explica Ardab.
Hombres, mujeres e incluso niños acuden a comprar la carne. Mahammat, cuya madre le ha encargado la compra de una pequeña pieza de cordero para la comida, está contento de poder ver la carne antes de escogerla, para asegurarse el trozo que se lleva es de buena calidad.
“Los compradores aprecian el nuevo puesto, pero, lamentablemente, la situación económica de este año ha hecho disminuir enormemente la venta de carne, aún incluso cuando hemos bajado los precios”. El incremento del precio de los cereales – básicos en la dieta de los habitantes de la zona - hace que cada vez sean menos las familias que pueden permitirse comer carne.
Arbab, que sueña con poder volver a Sudán tan pronto la situación de seguridad lo permita, proyecta su futuro: “cuando yo y mi familia volvamos a nuestro país, quiero seguir vendiendo carne en estas mismas condiciones de higiene y evitar así cualquier tipo de contaminación”.
viernes, 12 de noviembre de 2010
El cólera llega a Puerto Príncipe
Coco McCabe es la oficial de medios de Oxfam America en Haití. Desde el terreno nos cuenta cual es nuestra respuesta al brote de cólera.
El gobierno haitiano confirmó hace unos días que 115 personas en Port-au-Prince están siendo atendidas en el hospital debido al brote de cólera que se produjo hace unas semanas en la región productora de arroz de Artibonite, al norte del país. El brote aumentó el temor de que su propagación a la capital, devastada por el terremoto, podría provocar una nueva emergencia.En Oxfam estamos profundamente preocupados porque la enfermedad, que ya afecta a más de 8.000 personas y de las que más de 540 han fallecido, ha llegado a la ciudad donde innumerables familias todavía están hacinadas en campamentos improvisados dispersos en las colinas desde que el terremoto de enero destruyó sus hogares. Más de un millón de personas permanecen sin hogar. Las fuertes lluvias e inundaciones causadas por el huracán Tomas probablemente han hecho que se propague el cólera, especialmente teniendo en cuenta las condiciones de saneamiento en el país.
Pero desde el comienzo de la epidemia e incluso desde los primeros días tras el devastador terremoto, Oxfam se ha estado preparando para la posibilidad de que se diera un brote en la capital. Proporcionar a las personas con agua potable, saneamiento y educación en higiene es la única manera de prevenir la propagación de enfermedades como el cólera. Oxfam está proporcionando estos servicios a 315.000 personas en el área de Port-au-Prince.
La organización se centra ahora en reforzar los programas que dirige en los asentamientos en los que ha estado trabajando desde el terremoto. La cloración del agua y el aumento de la limpieza de las instalaciones de saneamiento, así como la organización de sesiones de formación en preparación de sueros y tratamientos de rehidratación casera, son algunas de las actividades. Además, Oxfam también está formando a sus trabajadores y a miembros de la comunidad para que realicen la detección de enfermedades como el cólera.
En la provincia de Artibonite, al norte de la capital, Oxfam Internacional cuenta con un equipo de cerca de 25 empleados trabajando en un proyecto de agua, saneamiento e higiene que está beneficiando a cerca de 100.000 personas en una zona conocida como Petite Riviere. El programa incluye la distribución de tabletas de purificación de agua, jabón, cubos, y sales de rehidratación oral. Oxfam está también llevando a cabo reparaciones y construcciones de pozos y purificando el agua que extrae de los mismos.
Pero lo más importante, la organización está llevando a cabo una campaña masiva de educación sobre higiene que incluye la difusión de mensajes de radio regularmente, así como la capacitación de miembros de la comunidad para compartir información sobre cómo detener la propagación de la enfermedad. También forman parte del programa sesiones públicas a gran escala de sensibilización.
"La única manera de detener la propagación del cólera es que cada persona tenga buenos hábitos en cuanto a higiene”, dice la oficial de prensa de Oxfam en Haití, Julie Schindall. "Eso es tan simple como lavarse las manos y beber agua limpia."
Este tipo de mensajes y la red de servicios de agua y saneamiento que se han establecido en los campos de los alrededores de Port-au-Prince han marcado la diferencia. En los casi 10 meses que han pasado desde el terremoto, no se había producido en la capital un brote tan importante de enfermedades transmitidas por el agua.
“A ahora, claramente, debemos destinar más recursos al tratamiento de lenfermos y contener la propagación de la enfermedad”, añade Schindall.
“Uno de los desafíos en la lucha contra enfermedades como esta es la falta de infraestructuras básicas en todo el país y la falta de capacidad gubernamental”, agregó Schindall.
"Es evidente que en el largo plazo tenemos que reforzar la capacidad del gobierno para proteger a las personas", dijo Schindall.
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El gobierno haitiano confirmó hace unos días que 115 personas en Port-au-Prince están siendo atendidas en el hospital debido al brote de cólera que se produjo hace unas semanas en la región productora de arroz de Artibonite, al norte del país. El brote aumentó el temor de que su propagación a la capital, devastada por el terremoto, podría provocar una nueva emergencia.En Oxfam estamos profundamente preocupados porque la enfermedad, que ya afecta a más de 8.000 personas y de las que más de 540 han fallecido, ha llegado a la ciudad donde innumerables familias todavía están hacinadas en campamentos improvisados dispersos en las colinas desde que el terremoto de enero destruyó sus hogares. Más de un millón de personas permanecen sin hogar. Las fuertes lluvias e inundaciones causadas por el huracán Tomas probablemente han hecho que se propague el cólera, especialmente teniendo en cuenta las condiciones de saneamiento en el país.
Pero desde el comienzo de la epidemia e incluso desde los primeros días tras el devastador terremoto, Oxfam se ha estado preparando para la posibilidad de que se diera un brote en la capital. Proporcionar a las personas con agua potable, saneamiento y educación en higiene es la única manera de prevenir la propagación de enfermedades como el cólera. Oxfam está proporcionando estos servicios a 315.000 personas en el área de Port-au-Prince.
La organización se centra ahora en reforzar los programas que dirige en los asentamientos en los que ha estado trabajando desde el terremoto. La cloración del agua y el aumento de la limpieza de las instalaciones de saneamiento, así como la organización de sesiones de formación en preparación de sueros y tratamientos de rehidratación casera, son algunas de las actividades. Además, Oxfam también está formando a sus trabajadores y a miembros de la comunidad para que realicen la detección de enfermedades como el cólera.
En la provincia de Artibonite, al norte de la capital, Oxfam Internacional cuenta con un equipo de cerca de 25 empleados trabajando en un proyecto de agua, saneamiento e higiene que está beneficiando a cerca de 100.000 personas en una zona conocida como Petite Riviere. El programa incluye la distribución de tabletas de purificación de agua, jabón, cubos, y sales de rehidratación oral. Oxfam está también llevando a cabo reparaciones y construcciones de pozos y purificando el agua que extrae de los mismos.
Pero lo más importante, la organización está llevando a cabo una campaña masiva de educación sobre higiene que incluye la difusión de mensajes de radio regularmente, así como la capacitación de miembros de la comunidad para compartir información sobre cómo detener la propagación de la enfermedad. También forman parte del programa sesiones públicas a gran escala de sensibilización.
"La única manera de detener la propagación del cólera es que cada persona tenga buenos hábitos en cuanto a higiene”, dice la oficial de prensa de Oxfam en Haití, Julie Schindall. "Eso es tan simple como lavarse las manos y beber agua limpia."
Este tipo de mensajes y la red de servicios de agua y saneamiento que se han establecido en los campos de los alrededores de Port-au-Prince han marcado la diferencia. En los casi 10 meses que han pasado desde el terremoto, no se había producido en la capital un brote tan importante de enfermedades transmitidas por el agua.
“A ahora, claramente, debemos destinar más recursos al tratamiento de lenfermos y contener la propagación de la enfermedad”, añade Schindall.
“Uno de los desafíos en la lucha contra enfermedades como esta es la falta de infraestructuras básicas en todo el país y la falta de capacidad gubernamental”, agregó Schindall.
"Es evidente que en el largo plazo tenemos que reforzar la capacidad del gobierno para proteger a las personas", dijo Schindall.
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