por Ana Damasio (Fotografía: Pablo Tosco)
Llevo en Haití tres días recorriendo las zonas más afectadas por el terremoto del 12 de enero, junto a Pablo Tosco, el fotógrafo de Intermón Oxfam. Todavía me debato con la diferencia horaria y el calor del Caribe. Ayer mientras intentaba conciliar el sueño escuchaba los cantos de las personas que en una iglesia cerca de nuestra casa honraban a los muertos por el temblor. Y a la vez escuchaba la lluvia que caía implacable. Me detuve a pensar en los miles de personas que por todo Puerto Príncipe estarían despiertas luchando en contra la fuerza de las aguas con apenas una lona de plástico como techo, como los desplazados de la imagen, en Petion-Ville. La temporada de lluvias está empezando en Haití y dentro de dos meses llegarán los huracanes. Para las personas desplazadas este es el aviso de que su pesadilla no acaba de terminar y el cobijo será siendo un rompecabezas tres meses después del temblor.
Las Naciones Unidas están trabajando en la evaluación de las estructuras dañadas por el seísmo. Los últimos datos de su diagnóstico indican que el 46% de los más de 25.000 edificios evaluados está en condiciones de ser habitado. El gobierno haitiano debe ayudar a las personas desplazadas cuyas casas son recuperables a volver a sus hogares. Las ONG también deben jugar un rol en este proceso. Es fundamental que las familias y las comunidades de acogida de las personas desplazadas tengan acceso a ayudas. Así se evitaría que las personas desplazadas tengan que moverse a campos lejanos de la ciudad y de sus medios de vida.
El reasentamiento en campos aislados puede ser una opción en caso de necesidad. En todo caso no más que eso, una alternativa. Cabe a los haitianos y las haitianas tomar su decisión de forma libre e informada. Más allá de los cantos de luto es imprescindible escuchar las voces de los haitianos y las haitianas sobre lo que quieren para su futuro.
Llevo en Haití tres días recorriendo las zonas más afectadas por el terremoto del 12 de enero, junto a Pablo Tosco, el fotógrafo de Intermón Oxfam. Todavía me debato con la diferencia horaria y el calor del Caribe. Ayer mientras intentaba conciliar el sueño escuchaba los cantos de las personas que en una iglesia cerca de nuestra casa honraban a los muertos por el temblor. Y a la vez escuchaba la lluvia que caía implacable. Me detuve a pensar en los miles de personas que por todo Puerto Príncipe estarían despiertas luchando en contra la fuerza de las aguas con apenas una lona de plástico como techo, como los desplazados de la imagen, en Petion-Ville. La temporada de lluvias está empezando en Haití y dentro de dos meses llegarán los huracanes. Para las personas desplazadas este es el aviso de que su pesadilla no acaba de terminar y el cobijo será siendo un rompecabezas tres meses después del temblor.
Las Naciones Unidas están trabajando en la evaluación de las estructuras dañadas por el seísmo. Los últimos datos de su diagnóstico indican que el 46% de los más de 25.000 edificios evaluados está en condiciones de ser habitado. El gobierno haitiano debe ayudar a las personas desplazadas cuyas casas son recuperables a volver a sus hogares. Las ONG también deben jugar un rol en este proceso. Es fundamental que las familias y las comunidades de acogida de las personas desplazadas tengan acceso a ayudas. Así se evitaría que las personas desplazadas tengan que moverse a campos lejanos de la ciudad y de sus medios de vida.
El reasentamiento en campos aislados puede ser una opción en caso de necesidad. En todo caso no más que eso, una alternativa. Cabe a los haitianos y las haitianas tomar su decisión de forma libre e informada. Más allá de los cantos de luto es imprescindible escuchar las voces de los haitianos y las haitianas sobre lo que quieren para su futuro.
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